"Lo que veremos es que el ser humano está
hecho para un mundo manejable y que se lanza a la acción de forma acrítica e irreflexiva.
Acepta una programación cultural que dirige su mirada hacia donde se supone que debe. No
so come el mundo de un bocado, como lo haría un gigante, sino que se lo toma a pedacitos,
como lo haría un castor. Utiliza todo tipo de técnicas, a las que llamamos “defensas del
carácter” ; aprende a no exponerse, ni a destacar; aprende a incluirse dentro de otros poderes,
de personas y cosas concretas, de mandatos culturales. El resultado es que llega a vivir en la
infalibilidad imaginada del mundo que le rodea. No ha de temer nada cuando tiene los pies
firmes sobre el suelo y su vida está planificada dentro de un laberinto prefabricado. Todo lo
que ha de hacer es zambullirse de cabeza en un estilo de vida compulsivo por “los caminos
del mundo” que aprende de pequeño y que vive posteriormente como una ecuanimidad
sombría: el «extraño poder de vivir el momento e ignorar y olvidar», como lo expresó James. "
Ernest Becker
Ernest Becker
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